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 Desde la noche de los tiempos (o sea, desde muy antiguo), los hombres y mujeres han observado el cielo fascinados por el Sol, la Luna y las estrellas.

 Ya desde la Prehistoria, el ser humano veía a los astros brillar y moverse únicamente a través de la observación a simple vista.

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 Durante la Antigüedad, inventaron un instrumento llamado «astrolabio», con el que podían medir la altura de un astro en el horizonte y calcular la hora.

 La invención del «anteojo», en 1610, permitió ver mejor los astros ampliando su imagen. No era exactamente un telescopio, pero se le parecía.

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 El «telescopio» también permitió aumentar la imagen de los astros que se veían en el cielo. La diferencia es que el telescopio lo hace con ayuda de espejos.

 El «radiotelescopio» permitió localizar en el espacio astros que no se veían, utilizando ondas de radio. ¡Hizo visible lo invisible!

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 El «telescopio espacial» permitió hacer observaciones directamente desde el espacio.

Iván Vega Peña

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